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jueves, 16 de agosto de 2012


Enamorarse de un mujeriego

Me quedé pensando mucho sobre un tema que se define perfecto en una sola frase: nos enamoramos del Che Guevara y después le pedimos que se afeite la barba.

Claro, me enamoro de alguien bastante mujeriego y después me sorprendo si veo que está con otra. Con el paso del tiempo y especialmente cuando esa persona se aleja de a poco, me doy cuenta de varias cosas.
Al principio cuando empezamos a conocer a alguien pequeñas cosas que en otro momento encontraríamos molestas, nos parecen encantadoras. Nos aguantamos, pensamos erróneamente que quizás no son así siempre e incluso quizás esas cosas son las que nos atraen. Nos gusta eso de estar al límite todo el tiempo y el no tener nada asegurado.

¿Qué me gustaba de él? Me esfuerzo en pensar algo coherente al punto de casi salir humo de mis oídos. Quizás en parte me atraía el hecho de que existía un tire y afloje constante. Me decía algo muy intenso y dulce pero después al rato actuaba frío y distante, y de esa manera me tenía siempre en alerta. Pero todo eso llega un momento que cansa, queremos que las cosas queden claras. Que se animen a decirnos lo que sienten y que las tengan bien puestas como para no echarse para atrás a los cinco minutos. En otras palabras, queremos que cambien. Nos enamoramos de una persona pero al tiempo nos damos cuenta que no es lo que queremos en nuestra vida.

Ayy que rebelde que es, me encanta –pensamos. Pero al poco tiempo lo único que queremos es que se quede quietito. ¿Quién nos entiende?
¿Por qué nos enceguecemos tanto al principio?  
Dicen que el peor ciego es el que no quiere ver, vemos cosas que sabemos que no nos gustan y a veces muchas.Pero en vez de abrir los ojos y hacer algo al respecto, lo dejamos pasar y cuando queremos reaccionar ya es muy tarde y estamos enamoradas. 

Muchas veces decimos, no era la persona que yo pensaba. Pero seamos sinceras chicas, la mayoría de las veces sabemos que siempre fueron así, incluso al principio. Y hasta podría decir que eso que ahora no nos gusta fuera probablemente lo que nos atrajo en primer lugar. Pero estamos tan cegadas que no podemos verlo y menos admitirlo. Nos dejamos llevar por la atracción del momento y preferimos dejar de lado esos “defectos” y cosas que nos molestan. Está bueno salir con alguien que sea un poco mujeriego, porque sabe perfecto como manejarse a la hora de la seducción. El problema es cuando nos enamoramos de ese mujeriego, nos enamoramos no sólo de la parte buena sino también de la mala. Esa parte que no nos gusta forma parte de esa persona al igual que la buena.

Mi conclusión a todo esto es que sepamos ser honestas con nosotras mismas a la hora de salir con alguien. Aprendamos a ver este tipo de cosas y si decidimos quedarnos, aceptemos todo lo que venga ¿no?

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