Seguidores

jueves, 2 de agosto de 2012

Hay una cosa que no todos saben, y es que las chicas fingimos muchas cosas. ¿A qué me refiero? Muy sencillo. Fingimos ser fuertes, de piedra, que nada nos importa, que podemos superarlo todo. Y no es cierto. No somos débiles, no te equivoques. Pero sí frágiles. Nos rompemos, y cuando lo hacemos es en cien trozos pequeños. Y aún así salimos de nuestra casa con esa sonrisa enorme, con la ropa elegida durante media hora y otra media hora más pasada en el baño. ¿Y por qué hacemos semejante estupidez? Por ellos. Esas personas capaces de pensar exclusivamente en si mismas sin importarle los sentimientos de la otra. Y de vez en cuando, explotamos. Lloramos, derramamos una lágrima por cada te quiero en falta, un abrazo no recibido o un amigo perdido. Pero lo hacemos en un lugar donde nadie nos pueda ver, escondidas en nuestro verdadero yo, temerosas de que alguien nos pueda ver. Y luego volvemos con nuestra inmensa sonrisa y nuestra autoestima falsa al mundo real. Ese mundo en donde para sobrevivir, tenemos que fingir ser fuertes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario