Hay tantas cosas que no te dije. Tantas cosas que te escribiría,
pero jamás me leerías. Vos vivís en tu mundo y yo
trato de olvidarte acá en el mío. Lejos, porque caí en la cuenta de que
cerca para nosotros era demasiado cerca. Vos
querías ser mi caballero andante. Me besabas
cada dos por tres. No importaba el lugar siempre y cuando estuviera desierto.
Ya no recuerdo el último beso. No pensé
que lo fuera. Creí que al día
siguiente habría otro, pero ese día no llegó. Nos estancamos en aquel
momento. Todo se quedó congelado. Te convertiste en mi pesadilla, de noche
y de día. Solo podía pensar en todo lo que quise que fueras para mí. Me hubiera gustado que me conocieras, que te enamoraras
hasta los huesos. Quitarte el habla, ser un tatuaje en tu piel. No
escondido, sino a la vista. Que pena que no quisieras nada de esto. Que pena que no tuvieras huevos para
jugártela por mí. Si hubieras dado tu brazo a torcer y me hubieras dejado
llegar más arriba, no habría caído como lo hice. Me
obligaste a pasar página, pero siempre querías ser el que estuviera a la vuelta
de la hoja. Queres las ventajas sin los inconvenientes. Quizás vi demasiadas películas de amor de esas que terminaban
bien y creí que podía ser de esas chicas que encuentran a un chico que se
enamora de ella. Me hubiera gustado que ese fueras vos, pero se ve que sos
demasiado bueno para enamorarte de nadie.
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