Dicen que los trenes, nunca
pasan dos veces, que cuando se cierra una
puerta otra ventana se abrirá. Que los cuentos, sueños son, que si las
miradas matasen, habría lista de espera en el cementerio. Que cada siete segundos
una pareja de todo el mundo fracasa, que las miradas se valoran más que las
palabras. Que los supuestos regresos,
nunca salen como uno quiere y que la frase -si te vas, no vuelvas- me persigue.
Que escucho esa canción y me obliga cada vez a
recordarte, que me hundo, sí, me hundo con tus palabras. Este valiente corazón se está pegando una
sobredosis de cobardía, y que menos, que darle la razón. Odio las despedidas montadas en un adiós, las miradas que
desprecian, y sobre todo, me odio a mí misma por estar así, sobre una cuerda
floja a punto de caer. Y me dicen que no llore, que no merece la pena, y
empiezo a darles la razón. Que si me
hundo, soy yo la que sufre, y hoy me canse de eso.
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